En el término municipal de Cofrentes hay evidencias que constatan la presencia humana desde hace miles de años. Diversas sociedades han dejado su huella en el pueblo, como los íberos, romanos y musulmanes. Ello ha contribuido a la presencia de un patrimonio cultural excepcional en un enclave de gran importancia tanto natural como histórica.

El trazado del núcleo histórico de Cofrentes es un magnífico ejemplo de “urbanismo” islámico. Su plano estrecho y alargado, junto con el irregular trazado de sus calles, ofrece un sinuoso entramado urbano muy recomendable para visitar. En la parte más elevada del callejero sobresale el castillo. Éste se alza por encima de los 400 metros sobre el nivel del mar y destaca prominente entre los cauces de los ríos Júcar y Cabriel.

Este recorrido urbano, ideal para todos los públicos, permite la visita de los elementos culturales, patrimoniales e históricos más representativos de la localidad. Es un itinerario recomendable para realizar con la familia y amigos.  

La ruta comienza en la Oficina de Turismo, donde podremos obtener la información necesaria para aprovecharla al máximo. Desde allí nos dirigiremos unos metros hacia la derecha para situarnos enfrente del castillo. Se trata de una fortificación de origen islámico que posee una destacada relevancia histórica, ya que tuvo un papel relevante en la defensa del Valle de los recurrentes ataques enemigos, dado que estaba situado en tierra fronteriza de los reinos musulmán y cristiano. En la parte baja de su muralla se fijó uno de los paneles cerámicos que están repartidos por la comarca y que representan la expulsión de los moriscos a principios del siglo XVII.

La ruta continúa por la Avenida Júcar-Cabriel, trayecto en el que nos detendremos en dos ocasiones. En primera instancia, haremos una parada en el mirador de la Era del Chulo para disfrutar de las magníficas vistas de la confluencia del Júcar y el Cabriel. Frente a este espacio ajardinado se encuentra otro de los paneles cerámicos, el número 18 de la ruta comarcal. En segundo lugar, unos 130 metros más adelante, localizaremos la cueva de Santa Ana, antiguo lagar cuya función era la de almacenar los productos derivados del campo y de la matanza para disponer de ellos a lo largo del año.